Aunque durante los primeros días de vida, y mientras absorben el saco vitelino, puede ser recomendable mantenerlas en un lugar "estéril", las crías de tortuga mediterránea son animales duros que se adaptan fácilmente a su nuevo hábitat, pero no debemos olvidar que son seres vivos con ciertas necesidades, y que su pequeño tamaño las hace más vulnerables en estos primeros años de vida.
Debemos proporcionarles un recinto con suficiente amplitud para que puedan disponer de un gradiente de temperatura (zona fría y zona caliente) y humedad (es más que recomendable disponer de plantas naturales, cuyas raices ofrecerán seguridad y cierto grado de humedad a los juveniles).
Este recinto debe estar construido a conciencia, tanto a prueba fugas como de la entrada de posibles depredadores. Debemos entender que un perro o un gato son potenciales depredadores de nuestras tortugas, al igual que roedores y aves (urracas por ejemplo). Es por ello que una tapa de malla metálica será indispensable.
También deberíamos tener en cuenta que si el recinto es demasiado grande podemos dejar de ver a nuestras tortugas ya que pasarán mucho tiempo enterradas u ocultas entre la vegetación, saliendo sobre todo a primera hora de la mañana a asolearse y a última hora de la tarde cuando las temperaturas descienden. Una buena idea de recinto para babys pueden ser los, tan de moda, huertos urbanos de madera. Son estéticos, tienen un tamaño adecuado para los primeros años y en muchas ocasiones cuentan con patas que los elevan del suelo, facilitando observar a las tortugas y realizar tareas de mantenimiento. Además será fácil adaptarle la tapa de malla metálica realizando un marco de madera tratada para exterior.
Además de las plantas naturales (romero, tomillo, lavanda, etc), una teja será bien recibida como refugio por las tortuga y tiene dos ventajas: será fácil localizar la tortuga cuando se acostumbre a dormir bajo ella, y al ser de barro absorbe gran cantidad de agua por lo que proporcionará un refugio húmedo, muy beneficioso para el crecimiento de los juveniles.
Sí debemos tener en cuenta que un animal de tan poco tamaño sufrirá mucho más las consecuencias de la deshidratación que un ejemplar adulto. Deben contar por tanto con agua fresca en todo momento (un plato de barro poco profundo y que tenga facilidad de acceso y salida será perfecto, pudiendo ser buena idea colocar pequeñas piedras en su interior).
También son más delicadas ante cambios bruscos de temperatura que de mayor tamaño. Por eso siempre que veamos una tortuga boca-abajo debemos darle la vuelta. Como esto puede ocurrir cuando no la veamos puede ser buena idea que el recinto de los juveniles no esté en una zona muy soleada si vivimos en regiones de clima muy extremo. La radiación solar será más que suficiente aunque situemos la instalación bajo un árbol en semisombra.
Muchos aficionados deciden no dejar hibernar a los juveniles durante los dos o tres primeros años de vida dado que la hibernación siempre conlleva cierto riesgo y aunque nosotros procuramos que nuestras tortugas hibernen desde el primer año del modo más natural posible, comprendemos que haya quien no quiera hacerlo. En este caso debemos preparar una instalación interior que a ser posible consistirá en un cajón de madera con un tamaño suficiente para ofrecer el gradiente de temperatura tan necesario para las tortugas. Todo el recinto será iluminado y en un extremo colocaremos el foco de calor. Las nuevas bombillas de Halogenuro Metálico (HID) son las más adecuadas para proporcionar UV-B a nuestras tortugas proporcionando también un punto de calor. La parte fría del terrario puede estar iluminada con un tubo fluorescente, siendo recomendable uno para reptiles que emita UV-B. Durante la noche, y a menos que vivamos en una zona muy fría no será necesario calefacción ya que la casa mantendrá una temperatura suficiente para evitar que la tortuga sufra.
No recomendamos los terrarios cerrados para tortuga y en caso de utilizarse será necesario que cuente con suficiente ventilación. Decir también que la luz UV-B no pasa a través del cristal o plástico por lo que nunca debe situarse uno entre la lámpara UV-B y la tortuga. Además es sumamente peligroso dejar una tortuga en un acuario o terrario al sol ya que la temperatura en el interior subirá rápidamente pudiendo matar a a tortuga en cuestión de minutos.
Como sustrato, tanto en exterior como en interior, podemos usar un sustrato universal que no contenta productos químicos. La humedad en los primeros años de vida debe ser algo más elevada que la que necesitan los adultos, sin llegar a encharcar el suelo. En recintos exteriores debemos asegurarnos que tienen un buen drenaje. Una tormenta de verano puede ahogar a nuestras babys si el agua no puede evacuar y el nivel sube.
La alimentación será idéntica a la de los adultos. Aunque es cierto que a las babys les gustan especialmente los alimentos blandos fáciles de digerir (los cuales usaremos los primeros días de vida), debemos acostumbrarlas a comer alimentos más fibrosos y diversificar lo máximo posible su dieta.
Si las tortugas tienen una dieta variada y disponen de radiación solar natural, el uso de complementos vitamínicos o calcios adicionales no tiene por que ser necesario salvo en situaciones especiales.
No aconsejamos sobrealimentar a los juveniles, sobre todo si no van a hibernar. Muchos aficionados "miman" en exceso a sus jóvenes tortugas, ofreciéndoles alimentos continuamente o excesivamente proteicos, lo cual se traduce en el mejor de los casos en un crecimiento acelerado e incorrecto, pudiendo en casos más graves conllevar malformaciones o enfermedades ocultas que perjudicaran gravemente la salud de nuestra tortuga.
Otro error muy común es confundir a las pequeñas tortugas con juguetes. Muchas personas adquieren una tortuga para regalarsela a un niño, y es que las tortugas pueden ser unas excelentes mascotas para nuestros pequeños que deberán aprender a responsabilizarse de ellas, adquiriendo conocimientos sobre su cuidado en la medida en la que su edad se lo permita. Pero somos los adultos los que debemos inculcar a los niños el respeto a la naturaleza y los seres vivos, haciéndoles comprender que estos pequeños y graciosos animales tienen derecho a vivir tranquilos y en buenas condiciones y que somos nosotros los que debemos proporcionárselas. Debemos tener en cuenta que las tortugas han sido mascotas de los seres humanos desde hace miles de años pero en ningún caso pueden considerarse animales de compañía y agradecerán más unos cuidados adecuados que estar continuamente en las manos, lo cual puede provocarles estrés evitando que coman.
El domador de tortugas, de Osman Hamdi Bey. 1906
Si nuestros hijos muestran interés podemos inculcarles importantes valores y tendrán unas compañeras para muchos años.